CONCLUSIONES-LECCIONES APRENDIDAS


Las inundaciones del otoño de 2003 en Santa Fe han sido uno de los eventos más importantes en la historia de los desastres en Argentina. Por el número de damnificados, no el numero de muertos que fue bajo (e.g., el terremoto de San Juan, 1944, produjo 10.000 muertos), Santa Fe y la enorme movilización social que suscitó deja junto a dolores, sufrimientos, pérdidas y daños irreparables, enseñanzas para el futuro.

Varios son los elementos comunes a otras inundaciones, pero resulta pertinente señalar algunas de los atributos distintivos de este fenómeno:

  • La cercanía de la ciudad de Santa Fe a la desembocadura de dos ríos, uno de magnitud continental (Río Paraná de 16.000m3 por segundo) y otro mas pequeño, subestimado en su capacidad destructiva (Rio Salado) que fue aumentando su caudal con los años. De 1420 m3 por segundo en 1981 a 3954 en 2003.
La historia de las inundaciones en Santa Fe fue siempre la historia del Paraná, vía navegable de importancia económica y estratégica como desembocadura de la enorme Cuenca del Plata en el océano Atlántico. Y toda su “cultura de la inundación”, previsible, aceptada, y mitigada con recursos locales tradicionales, fue desbordada por la inundación del Salado de 2003.
  • Considerando la vulnerabilidad de la zona inundada, de acuerdo al origen de esta vulnerabilidad, pueden clasificar en dos tipos. Por una parte la proveniente de los asentamientos precarios o barrios marginales ubicados en el valle de inundación del río, y que representaban “víctimas” seguras de una inundación importante; por la otra barrios consolidados, que se creían ajenos a un evento de esta naturaleza, y que fueron afectados debido a la combinación de la acción antrópica, por obras no concluidas o mal diseñadas, con una situación hidrometeorológica especial pero no por esto excepcional en vistas al futuro y al cambio climático entre otras razones. Esta claro que para la población en general (incluidos los funcionarios y especialistas) la primer zona era factible de sufrir una inundación (un costo asumido) pero la segunda no debería haber estado “en la ambición del río”.
  • La vulnerabilidad no percibida, se expresó en que la población creyó enfrentar una inundación de curso lento, con un costo ya asumido, y que se trasformó en súbita, invadiendo zonas impensadas.
  • La sorpresa fue el elemento preponderante, y por ello la falta de previsión u organización de la respuesta inmediata sumada a la ausencia de alerta temprana, planes de contingencia o cultura del riesgo, potenció la conmoción y el caos inicial. Esto se percibe claramente en los mensajes confusos de las autoridades y la demora en el proceso de toma de decisiones. La situación política particular que se vivía en esos días podría haber sido un elemento más de distracción e imprevisión, pero dentro de un marco de incredulidad general.
  • Una obra de defensa contra inundaciones inconclusa permitió no sólo el ingreso del agua por una brecha en ella, sino también actuó como dique del agua, evitando que esta retornara al cauce del río, dándose el caso extraño en la historia de las inundaciones en el cual el nivel del agua dentro de la ciudad era mayor que en el río mismo

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  • Por la razón precedente, esta inundación tuvo como una de sus características particulares el prolongado tiempo promedio que permaneció el agua en las viviendas.
  • A diferencia de la mayoría de las inundaciones en que el agua llega y pasa más o menos rápido, en Santa Fe el agua estuvo dentro de miles de casas más de 20 días, con la pérdida total de bienes y severa afectación de las viviendas y la salud de sus ocupantes.
  • El tiempo de permanencia del agua, y las personas viviendo en los techos hizo necesaria la instrumentación de una logística particular de atención a las víctimas, que no se limitó a los centros de refugiados o auto evacuados sino también a los propios barrios convertidos en parte del río.
  • Hasta ultimo momento se esperó una inundación “a lo Paraná.” Ocurrió una “novedosa” irrupción que afectó no sólo a las poblaciones mas empobrecidas de las zonas bajas de la ciudad, sino que amenazó y afectó aunque en menor medida a otros sectores sociales de mejor posición económica, y a toda la ciudad por la magnitud del evento, la alteración de servicios esenciales (desagües, cloacas, luz, etc.) y el estado de conmoción vivido.
  • Las defensas que rodeaban a la ciudad más que defender fueron una trampa que hubo que dinamitar de inmediato para lograr la salida del agua. A pesar que ningún plan establecía la decisión de abrir brechas en las defensas, se encuentran antecedentes en anteriores inundaciones del Paraná de voladuras de rutas para permitir el paso del agua embalsada.
  • ¿Qué defensas son las que defienden? Un interrogante de necesaria discusión. Su infalibilidad frente a fenómenos fuera de las recurrencias históricas, la sensación de “impunidad” y seguridad que generan en la población, la poca importancia a los planes de alerta temprana o contingencias por fenómenos “impensados”. Son elementos que deberían tomarse en cuenta como tarea asociada al diseño de las obras.
  • La construcción de grandes obras viales donde muchas veces la optimización del flujo económico va en desmedro de la seguridad y con aumento de la vulnerabilidad. Los proyectistas de ciertas obras viales terminan siendo diseñadores de diques.
  • Más allá de abnegadas acciones individuales, la Defensa Civil se mostró inoperante a la hora de conducir acciones de alerta y de socorro específicas.
  • La enorme solidaridad de los propios santafesinos, de la mayoría de los argentinos y de organismos y países extranjeros fue en elemento crítico para la mitigación de los efectos de una de las catástrofes mas graves vividas en Argentina.
  • La sociedad civil y sus organizaciones de todo tipo asumieron la responsabilidad y la acción inmediata. Por esta razón queda demostrado que, en sociedades donde existe el desarrollo de estas organizaciones, la elaboración de planes de contingencia por parte de las autoridades no necesariamente significa asumir desde el estado la acción sobre todos los elementos, sino fundamentalmente la tarea de diseño, coordinación y optimización en el uso de recursos o medios ya existentes, naturalmente sin delegar las responsabilidades emergentes del estado en la sociedad civil.
  • La respuesta durante el evento y los primeros días posteriores de la emergencia, tuvo como columna vertebral de instrumentación a las organizaciones de la sociedad civil y a los habitantes de la zona en general, siendo la actuación voluntaria de estos sectores de suma relevancia frente a la magnitud de la catástrofe, al estado de conmoción general y a la falta de planes de contingencia. Esta conclusión no pretende quitar méritos a la actuación de algunos organismos del estado (COBEM, Bomberos, Prefectura) que se vieron superados en sus capacidades operativas.
  • La mitigación para componentes sustantivos de los efectores del sistema de salud casi no existió. Es imprescindible la alerta temprana, pero es fundamental, en toda evacuación, salvar los que no se compra con dinero: la información, la historia de los pacientes: ¿como hacerlo? ¿Depósitos en Planta alta?¿ Almacenamiento a distancia? ¿Digitalización de toda la información?
  • Es importante destacar que la modalidad de organización del sistema de salud de Santa Fe, orientado por un aspecto de la estrategia de Atención Primaria de la Salud (existencia de mas de una veintena de  centros de salud descentralizados en el área programa del varios Hospitales de base)  fue importante para la respuesta de recuperación a pesar de que una mayoría fue gravemente afectado por la inundación. 
El Ministerio de Salud de la Nación desplegó desde el inicio de la inundación un número importante de profesionales (epidemiólogos, sanitaristas, funcionarios) que actuaron en el relevamiento de necesidades, evaluación de riesgos y actividades de coordinación con el Ministerio de Salud de Santa Fe para quimioprofilaxis por leptospirosos, inmunizaciones, orientaciones para el saneamiento ambiental e investigaciones de campo sobre enfermedades prevalentes en la zona inundada. Las vacunaciones durante la emergencia: se desplegó una gran tarea para inmunizar contra hepatitis A.
    • El número absoluto de casos de hepatitis casi triplicó en 2003 los datos del 2002. Casi 40.000 dosis fueron aplicadas. Es difícil establecer una relación absoluta causa-efecto entre las inmunizaciones realizadas, las cifras absolutas de casos y si esa acción (lo mismo para leptospirosis) evitó realmente una epidemia catastrófica. Sin embargo, las características de hacinamiento vividas en los centros de evacuados y las zonas inundadas, sumadas a la vulnerabilidad a las enfermedades de amplios sectores de la sociedad (enfermedades endémicas en Santa Fe), lleva a pensar que la experiencia sanitaria en Santa Fe debe necesariamente  ser fruto de discusiones y análisis más detallados y en términos globales (i.e., el conjunto de acciones y no solo la vacunación) que permitan elaborar criterios actualizados de medidas frente a eventos de esta naturaleza..
    • El manejo de la ayuda humanitaria por su volumen y por la falta de capacitación en este tipo de situaciones, resultó caótica. La implementación del SUMA trajo algo de sistematización, pero resultó muy difícil de aplicar en toda su potencialidad a días de transcurrida la catástrofe
    • El elevado número de evacuaciones llevado a cabo con éxito se apoyó en la solidaridad y en ciertas características culturales de la población, no extrapolable a otras catástrofes.
    • Las obras de defensa contra inundaciones dan una aparente “seguridad” que lleva a invadir terrenos propios de los ríos, con un riesgo imponderado.
    • La asistencia a los evacuados resultó muy compleja y tuvo muchos problemas en referencia a los sectores que permanecían autoevacuados. Los problemas con la provisión de mercaderías varias se mitigaron al implementar un sistema de empadronamiento y entrega de cupones.
    • Los centros de evacuados concentraron medios provenientes de todo el país. Tal fue el caso de la presencia de hospitales móviles en los más grandes de ellos, provenientes de distintas provincias argentinas. Esto significa que los recursos puestos para atender la emergencia en el área salud fueron excepcionales.
    • La mala información generó en la población temores que en algunos casos interfirieron en las actividades e hicieron necesarias medidas excesivas respecto al riesgo. Muchas veces se debió actuar de esta manera para calmar la angustia de la sociedad.
    • Hubo un importante aporte de los medios de comunicación locales durante y después de la emergencia en las tareas de información y distribución de directivas a la población. Los medios nacionales jugaron un papel muy importante en la difusión de los daños de la inundación. El uso de títulos o enfoques “catástrofe” actuó por una parte generando una sensibilidad y solidaridad aún mayor pero por la otra dentro de la misma ciudad aumentó la incertidumbre de la población.
    • Finalmente: las lecciones aprendidas en estas Inundaciones tienen aspectos similares a otras, pero es importante estudiarlas en su singularidad.
    • Se hace manifiesta la necesidad de avanzar en las estrategias destinadas a ponderar claramente el Riesgo, evaluar las distintas vulnerabilidades, sostener grados importantes de organización social y comunitaria para que estas catástrofes permitan  ponderar y poner en juego las potencialidades de distintos sectores de la trama social, habida cuenta que los desastres han afectado históricamente a los sectores mas humildes y que sin ellos nos es posible ninguna acción trascendente para mitigar los efectos adversos de los desastres contemporáneos.