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En muchos casos, la inadecuada ubicación o las filtraciones propias de los componentes de los sistemas de agua provocan deslizamientos que dañan un determinado componente o inutilizan todo un sistema (diapositiva 56). Esta diapositiva tiene animación automática y tarda un minuto en ser presentada.

El hecho de que generalmente los deslizamientos se presenten de manera paulatina, permite que las empresas tengan el tiempo necesario para tomar las medidas de precaución que evitarían daños en los sistemas (diapositiva 57). Sin embargo, los deslizamientos activados por fenómenos naturales imprevisibles, tales como sismos, lluvias intensas, etc. (diapositiva 58) no permiten tomar las acciones preventivas del caso, si es que no son consideradas desde su diseño.

Existen medidas para reducir la vulnerabilidad ante deslizamientos, las que varían de acuerdo con las necesidades del caso. Entre ellas se puede destacar (diapositiva 59):

  • Trabajos de reforestación.
  • Construcción o reforzamiento de muros de contención e instalación de drenajes.
  • Estabilización de taludes.
  • Uso de materiales que se adapten a las deformaciones del terreno cuando se hagan instalaciones en laderas.

Erupciones volcánicas

Las erupciones volcánicas se caracterizan por el tipo de erupción que emanan, naturaleza de la actividad (según la viscosidad del magma y la cantidad de gases desprendidos), torrente de lava (que varía en volumen. extensión, espesor y velocidad de avance), tipo de cenizas, zonas de flujos y caída de cenizas (diapositiva 60).

Hay registros históricos y prehistóricos que dan indicios de la recurrencia de este fenómeno, siendo bastante errática la frecuencia de las erupciones. Sin embargo, la mayoría de los volcanes activos de América Latina y el Caribe están monitoreados de alguna manera, lo cual permite tomar algunas medidas preventivas antes de las etapas más críticas de la fase eruptiva.

Generalmente, las erupciones volcánicas originan desastres en cadena, tales como deslizamientos; avalanchas de barro, nieve y piedras debido al calentamiento y a las vibraciones; y emanación de ceniza, polvo o gases.

Se consideran como áreas de impacto aquellas que pueden quedar cubiertas con lava o las afectadas por lluvias ácidas y cenizas, así como los cursos de agua, plantas de tratamiento y estaciones de bombeo.

Entre los daños que pueden producir en los sistemas de saneamiento, destacan: (diapositiva 61).

  • Destrucción total de los componentes en las áreas de influencia directa (diapositiva 62).
  • Obstrucción de las obras de captación, desarenadores, tuberías de conducción, floculadores, sedimentadores y filtros por caída de cenizas (diapositiva 63).
  • Alteración de la calidad del agua por la caída de cenizas. Contaminación de ríos, quebradas y pozas en zonas de deposición.

Para reducir estos riesgos se plantean las siguientes medidas:

  • Proteger las instalaciones de almacenamiento, ya sea con coberturas permanentes o temporales (diapositiva 64).
  • Implementar sistemas alternos para el abastecimiento de agua, así como para la evacuación de desechos.

Sequías

Las sequías se caracterizan por la reducción del agua o humedad disponible, lo que produce la disminución del caudal normal de las fuentes superficiales y subterráneas y el desarrollo de la sequía meteorológica, hidrológica y agrícola (diapositiva 65).

Las áreas de mayor incidencia son aquellas con condiciones secas y suelos con baja retención de humedad. Las sequías ocasionan disminución o extinción de fuentes de abastecimiento de agua. Los cursos de agua superficial, tales como ríos y esteros, sufrirán usualmente el efecto de la sequía mucho antes que las napas de agua subterránea. La sequía puede afectar los sistemas de abastecimiento de agua potable de la siguiente manera: (diapositiva 66)

  • Pérdida o disminución del caudal de agua superficial o subterránea.
  • Pérdida de la calidad del servicio o incremento de costos.
  • Racionamiento y suspensión del servicio.
  • Abandono del sistema.

Existen algunas medidas de prevención y mitigación, entre las que destacan: (diapositiva 67)

  • Conocer las condiciones de los pozos existentes.
  • Evaluar la calidad y el caudal de las aguas subterráneas, disponer de equipo que facilite la operación en caso de disminución de su caudal y cuidar la contaminación de las fuentes.
  • Establecer fuentes alternativas y la interconexión de las mismas con los sistemas existentes y plantear la posibilidad de perforaciones de emergencia.
  • Racionar el consumo de agua entre la población.

Prevención y mitigación de desastres (diapositiva 68)

La reducción de la vulnerabilidad se puede lograr a través de medidas de prevención y mitigación, las que ayudan a corregir debilidades ante la eventual ocurrencia de un desastre y además minimizan el riesgo a fallas en condiciones normales. La mitigación y prevención es producto de un trabajo multidisciplinario y debe ser realizado por profesionales con amplia experiencia en el diseño, operación, mantenimiento y reparación de los componentes del sistema, por lo tanto no se trata de un trabajo aislado si no que debe formar parte de las decisiones de planificación y desarrollo de estos sistemas.

La mitigación y prevención se aplica: (diapositiva 69)

  • En obras nuevas mediante la aplicación de criterios de prevención en el diseño, ubicación, selección de materiales, trazado y redundancia.
  • En obras existentes mediante la implementación de tareas de conservación y mantenimiento, reparación, reemplazo, reubicación y redundancia.

Para ello se deben priorizar acciones que consideren:

- La magnitud de la disminución de la producción con respecto al caudal total de producción (MDP).
- El tiempo de reparación de la falla del componente averiado (TRF):

Como unidad de medida de cuantificación del riesgo se definieron los días perdidos de producción (DPP), equivalente a la disminución de la capacidad total del sistema durante el tiempo de reparación de la falla. Este indicador es independiente de la frecuencia de la amenaza y relacionado con la capacidad de reserva permite caracterizar los riesgos y establecer las medidas de mitigación. Como primera prioridad se debe considerar aquellos componentes donde los DPP superan la capacidad de reserva.

El objetivo de la estrategia de prevención y mitigación es subsanar las debilidades de acuerdo con la frecuencia e intensidad de los fenómenos que se puedan presentar.

En la mayoría de los casos, los problemas que provocan los daños en los sistemas de agua y alcantarillado no están relacionados con el desastre mismo, sino más bien con el hecho de no tomar en cuenta los fenómenos naturales como una variable de la planificación, diseño, construcción, operación y mantenimiento de los mismos (diapositiva 70).

Ante la mayoría de las amenazas, es necesario prever la descentralización de los sistemas mediante el establecimiento de fuentes alternas a fin de no interrumpir el servicio. Una forma de obtener lo anterior es dotando de redundancia a los sistemas. De este modo, si se presentaran daños de un componente o sistema, se pueda contar con otra conexión que podrá ser maniobrada en un tiempo breve para restablecer los servicios. Cabe destacar la utilidad de contar con válvulas de control en lugares estratégicos (diapositiva 71).

El hecho de tener sistemas interconectados o componentes redundantes aumenta el nivel de confiabilidad del sistema y le da mayor flexibilidad y maniobrabilidad para las tareas rutinarias, como las de limpieza o reparaciones, sin necesidad de interrumpir el suministro de agua.

Las actividades de operación y mantenimiento representan una oportunidad ideal para trabajar en la reducción de la vulnerabilidad de los sistemas (diapositiva 72). Sin embargo, algunas situaciones requerirán la ejecución de obras y proyectos especiales orientados exclusivamente a reducir la vulnerabilidad del sistema (diapositiva 73).

© Organización Panamericana de la Salud, 2005