Boletin No. 95
Noticias e Información para la Comunidad Internacional
Abril 2004

La crisis en Haití:
Quién puede ofrecer la mejor respuesta?

La respuesta a las emergencias complejas es muy diferente a la respuesta que exigen los desastres causados por amenazas naturales. Al igual que cada situación es única, cada agencia —humanitaria y de desarrollo— brinda un servicio especializado en la respuesta. Lo que funciona y es adecuado en una situación, no es pertinente y no funciona en otra.

La larga historia de crisis en Haití —desastres naturales, crisis humanitarias y políticas— ha tenido un fuerte impacto en la salud de sus 8,4 millones de habitantes. De acuerdo al Boletín Epidemiológico de la Organización Panamericana de la Salud, Vol. 24, No. 1, la mortalidad infantil aumentó de 73,8 por 1000 nacidos vivos en 1996 a 80,3 en 2000. Las razones apuntadas: la mayor pobreza, deficiencias en el sistema de salud y el impacto de la epidemia de SIDA. Otros motivos de preocupación para la salud son las enfermedades transmisibles por vector, como la malaria —endémica en Haití— enfermedades prevenibles mediante inmunización como el sarampión, enfermedades infecciosas intestinales y enfermedades nutricionales y metabólicas. La malnutrición es la octava causa de mortalidad general, y un 76% de los casos se presenta en niños menores de 5 años.

Aunque tanto los desastres naturales como las emergencias complejas generan caos en el sistema de atención de salud de un país, un desastre natural puede también llegar a fortalecer la calidad de sus servicios de salud, como resultado de la experiencia ganada durante la respuesta y gracias a la asistencia nacional e internacional. Este fue el caso de varios países afectados por el huracán Mitch, a finales del año 1998, donde el apoyo financiero fue usado no solo para las reparaciones inmediatas de la infraestructura básica, sino también para construir mejores mecanismos de respuesta y prevención de desastres. Nicaragua es un buen ejemplo. En los últimos cinco años, el país ha avanzado en su programa de salud frente a desastres a un ritmo mucho más rápido que en los 20 años anteriores. Nicaragua lidera el proceso para la creación de un plan regional de prevención y preparación de desastres en el sector salud en Centroamérica.

En el caso de emergencias complejas, donde las instituciones públicas reciben muy poco o nada de apoyo, no existen las mismas oportunidades. En Haití no queda casi nada de las intervenciones humanitarias o militares de años anteriores. Las Naciones Unidas han llamado a una presencia internacional de largo plazo (aproximadamente 20 años), mientras Haití se recupera de esta serie de problemas. "No podemos continuar," dijo al Asesor Especial de las Naciones Unidas para Haití al Consejo de Seguridad, "con el ciclo de frenar-arrancar que ha caracterizado a las relaciones entre la comunidad internacional y Haití. Desde 1994 ha habido 10 misiones individuales o conjuntas realizadas por las Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos (OEA), que duraron de uno a dos años, sin involucrar necesariamente en su trabajo a personal local y sin ninguna continuidad después que las misiones terminaron".

Existe una muy buena voluntad por parte de la comunidad del Caribe, los países del hemisferio occidental y la comunidad internacional para cambiar la forma de apoyar a los países que se encuentran en un estado de crisis crónico, como Haití. Pero si las instituciones humanitarias y los programas de seguridad actúan por si solos durante el periodo post conflicto, seguro que el progreso será limitado.

Lo que realmente desencadenó la última respuesta humanitaria internacional en Haití, no fue el espiral descendiente del estado de salud de la población, sino más bien, el aumento súbito de la violencia—debidamente registrado por la llegada en masa de la prensa internacional a Puerto Príncipe. En ese momento, la comunidad internacional centró su atención principalmente en la seguridad. Afortunadamente la intervención militar ayudó al mantenimiento del orden y la transición gubernamental, por lo que la comunidad internacional y las ONG pudieron dedicarse exclusivamente a los asuntos humanitarios.

Los programas humanitarios son y seguirán siendo necesarios por un buen tiempo en Haití para poder atender las necesidades inmediatas de la población afectada por la crisis, pero tendrán poca o ninguna influencia en el fortalecimiento del gobierno o en atacar la raíz de la crisis. Las agencias y los trabajadores humanitarios son extraordinariamente capaces de proporcionar una respuesta rápida y ágil a una crisis, pero deben trabajar mano a mano con los organismos de desarrollo para así lograr:

  • Evitar tener programas humanitarios involucrados en la situación general de post conflicto. “Los humanitarios” deben concentrarse en lo que ellos saben hacer mejor: rehabilitación, preparativos para desastres, logística y soluciones rápidas.
  • Evitar que los organismos de desarrollo empiecen a trabajar sólo después de que los programas humanitarios se están terminando. Esa separación es negativa, los organismos de desarrollo deben ser incluidos plenamente desde el comienzo, trabajando en conjunto con los organismos humanitarios. Posteriormente, la cooperación bilateral, las Naciones Unidas o las ONG deben tomar el liderazgo en los esfuerzos de reconstrucción de mediano plazo.
  • Evitar el rápido recorte de ayuda en las áreas de seguridad, vigilancia policial, justicia y el proceso político, como ocurrió en el pasado. Ningún programa de desarrollo estable puede llevarse a cabo sin un nivel mínimo de seguridad. Los programas de desarrollo son los contribuyentes más fuertes para una buena gobernabilidad y estabilidad.

En situaciones de crisis crónicas, como el caso de Haití, los organismos y programas exclusivamente humanitarios deben ser los primeros en completar su contribución postcrisis (aunque los programas de preparativos para casos de desastre deben permanecer por varios años), seguidos por el apoyo a la seguridad, a los aspectos judiciales y políticos de la crisis. Los programas de desarrollo deben ser los últimos en retirarse de Haití.

Programas humanitarios buenos pueden resolver la mayoría de los problemas con posterioridad inmediata al desastre, a la crisis, pero no pueden tener la misma repercusión en las situaciones post conflicto que son el resultado de graves problemas estructurales y políticos de largo plazo. Estas situaciones exigen el compromiso de todos, contribuyendo a las áreas para las cuales están mejor equipados. El proceso general será conducido mejor por aquellos profesionales y organismos que han estado tradicionalmente a cargo del desarrollo de mediano y largo plazo. Dejemos a los “humanitarios”—porque tienen gran capacidad para operar rápidamente en situaciones de crisis—que traten los asuntos de seguridad y logística y que se concentren en mejorar los preparativos para la próxima crisis.

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