La crisis en Haití: Quién puede
ofrecer la mejor respuesta?
La respuesta a las
emergencias complejas es muy diferente a la respuesta que
exigen los desastres causados por amenazas naturales. Al igual
que cada situación es única, cada agencia —humanitaria y de
desarrollo— brinda un servicio especializado en la respuesta.
Lo que funciona y es adecuado en una situación, no es
pertinente y no funciona en otra.
La larga historia de crisis
en Haití —desastres naturales, crisis humanitarias y
políticas— ha tenido un fuerte impacto en la salud de sus 8,4
millones de habitantes. De acuerdo al Boletín Epidemiológico
de la Organización Panamericana de la Salud, Vol. 24, No. 1,
la mortalidad infantil aumentó de 73,8 por 1000 nacidos vivos
en 1996 a 80,3 en 2000. Las razones apuntadas: la mayor
pobreza, deficiencias en el sistema de salud y el impacto de
la epidemia de SIDA. Otros motivos de preocupación para la
salud son las enfermedades transmisibles por vector, como la
malaria —endémica en Haití— enfermedades prevenibles mediante
inmunización como el sarampión, enfermedades infecciosas
intestinales y enfermedades nutricionales y metabólicas. La
malnutrición es la octava causa de mortalidad general, y un
76% de los casos se presenta en niños menores de 5 años.
Aunque tanto los desastres
naturales como las emergencias complejas generan caos en el
sistema de atención de salud de un país, un desastre natural
puede también llegar a fortalecer la calidad de sus servicios
de salud, como resultado de la experiencia ganada durante la
respuesta y gracias a la asistencia nacional e internacional.
Este fue el caso de varios países afectados por el huracán
Mitch, a finales del año 1998, donde el apoyo financiero fue
usado no solo para las reparaciones inmediatas de la
infraestructura básica, sino también para construir mejores
mecanismos de respuesta y prevención de desastres. Nicaragua
es un buen ejemplo. En los últimos cinco años, el país ha
avanzado en su programa de salud frente a desastres a un ritmo
mucho más rápido que en los 20 años anteriores. Nicaragua
lidera el proceso para la creación de un plan regional de
prevención y preparación de desastres en el sector salud en
Centroamérica.
En el caso de emergencias
complejas, donde las instituciones públicas reciben muy poco o
nada de apoyo, no existen las mismas oportunidades. En Haití
no queda casi nada de las intervenciones humanitarias o
militares de años anteriores. Las Naciones Unidas han llamado
a una presencia internacional de largo plazo (aproximadamente
20 años), mientras Haití se recupera de esta serie de
problemas. "No podemos continuar," dijo al Asesor Especial de
las Naciones Unidas para Haití al Consejo de Seguridad, "con
el ciclo de frenar-arrancar que ha caracterizado a las
relaciones entre la comunidad internacional y Haití. Desde
1994 ha habido 10 misiones individuales o conjuntas realizadas
por las Naciones Unidas y la Organización de los Estados
Americanos (OEA), que duraron de uno a dos años, sin
involucrar necesariamente en su trabajo a personal local y sin
ninguna continuidad después que las misiones terminaron".
Existe una muy buena
voluntad por parte de la comunidad del Caribe, los países del
hemisferio occidental y la comunidad internacional para
cambiar la forma de apoyar a los países que se encuentran en
un estado de crisis crónico, como Haití. Pero si las
instituciones humanitarias y los programas de seguridad actúan
por si solos durante el periodo post conflicto, seguro que el
progreso será limitado.
|
Lo que realmente desencadenó
la última respuesta humanitaria internacional en Haití, no fue
el espiral descendiente del estado de salud de la población,
sino más bien, el aumento súbito de la violencia—debidamente
registrado por la llegada en masa de la prensa internacional a
Puerto Príncipe. En ese momento, la comunidad internacional
centró su atención principalmente en la seguridad.
Afortunadamente la intervención militar ayudó al mantenimiento
del orden y la transición gubernamental, por lo que la
comunidad internacional y las ONG pudieron dedicarse
exclusivamente a los asuntos humanitarios.
Los programas humanitarios
son y seguirán siendo necesarios por un buen tiempo en Haití
para poder atender las necesidades inmediatas de la población
afectada por la crisis, pero tendrán poca o ninguna influencia
en el fortalecimiento del gobierno o en atacar la raíz de la
crisis. Las agencias y los trabajadores humanitarios son
extraordinariamente capaces de proporcionar una respuesta
rápida y ágil a una crisis, pero deben trabajar mano a mano
con los organismos de desarrollo para así lograr:
- Evitar tener programas humanitarios
involucrados en la situación general de post conflicto. “Los
humanitarios” deben concentrarse en lo que ellos saben hacer
mejor: rehabilitación, preparativos para desastres,
logística y soluciones rápidas.
- Evitar que los organismos de
desarrollo empiecen a trabajar sólo después de que los
programas humanitarios se están terminando. Esa separación
es negativa, los organismos de desarrollo deben ser
incluidos plenamente desde el comienzo, trabajando en
conjunto con los organismos humanitarios. Posteriormente, la
cooperación bilateral, las Naciones Unidas o las ONG deben
tomar el liderazgo en los esfuerzos de reconstrucción de
mediano plazo.
- Evitar el rápido recorte de
ayuda en las áreas de seguridad, vigilancia policial,
justicia y el proceso político, como ocurrió en el pasado.
Ningún programa de desarrollo estable puede llevarse a cabo
sin un nivel mínimo de seguridad. Los programas de
desarrollo son los contribuyentes más fuertes para una buena
gobernabilidad y estabilidad.
En situaciones de crisis
crónicas, como el caso de Haití, los organismos y programas
exclusivamente humanitarios deben ser los primeros en
completar su contribución postcrisis (aunque los programas de
preparativos para casos de desastre deben permanecer por
varios años), seguidos por el apoyo a la seguridad, a los
aspectos judiciales y políticos de la crisis. Los programas de
desarrollo deben ser los últimos en retirarse de Haití.
Programas humanitarios
buenos pueden resolver la mayoría de los problemas con
posterioridad inmediata al desastre, a la crisis, pero no
pueden tener la misma repercusión en las situaciones post
conflicto que son el resultado de graves problemas
estructurales y políticos de largo plazo. Estas situaciones
exigen el compromiso de todos, contribuyendo a las áreas para
las cuales están mejor equipados. El proceso general será
conducido mejor por aquellos profesionales y organismos que
han estado tradicionalmente a cargo del desarrollo de mediano
y largo plazo. Dejemos a los “humanitarios”—porque tienen gran
capacidad para operar rápidamente en situaciones de crisis—que
traten los asuntos de seguridad y logística y que se
concentren en mejorar los preparativos para la próxima
crisis.
Siguiente
Nota
Retorno
al Indice
|