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- Tratamiento de emergencia de agua potable en el lugar de consumo
Esta nota trata sobre el tratamiento simple del agua potable en el lugar
de consumo durante una emergencia o justo después de ella. Las
opciones que se sugieren son medidas rápidas, a corto plazo, para
brindar un nivel seguro de suministro de agua potable para la supervivencia
a partir de fuentes de agua contaminada que se consideran inseguras. Las
opciones deben ser sostenibles hasta que esté disponible un suministro
seguro, a largo plazo y costo-efectivo para la población.
Los métodos que se describen son adecuados para agua sacada de
cualquier fuente pero, en general, sólo van a eliminar la contaminación
física y microbiológica. La contaminación química,
como la ocasionada luego de un derrame de desechos industriales, no se
puede contrarrestar normalmente con estos procesos y se debe recurrir
a la orientación especializada.
En términos generales, el tratamiento del agua a nivel casero
sigue los procesos que se muestran en la figura 1. Sin embargo, según
la calidad del agua sin tratar, es posible que algunos procesos no sean
necesarios.
Tamización
El vertimiento del agua a través de un pedazo limpio de tela de
algodón, retira una cierta cantidad de lodo y de partículas
suspendidas. Es importante que la tela utilizada Figura 3. Sistema de
tratamiento de tres vasijas esté limpia porque una sucia podría
añadirle nuevos contaminantes. Se pueden usar las telas de monofilamento
hechas especialmente para filtrar, en áreas donde la enfermedad
del gusano de Guinea (dracunculiasis) es prevalente. Ese tipo de telas
eliminan los organismos conocidos como copépodos, que actúan
como huéspedes intermedios para las larvas del gusano de Guinea.
La tela debe usarse siempre con el mismo lado hacia arriba. Se puede lavar
con agua limpia y jabón.
Aireación
La aireación es un proceso de tratamiento en el que el agua entra
en contacto con el aire con el propósito primordial de incrementar
su contenido de oxígeno.
Al tener un mayor contenido de oxígeno:
- se eliminan las sustancias volátiles, como el sulfuro de hidrógeno
y el metano, que afectan el sabor y el olor;
- se reduce el contenido de dióxido de carbono del agua, y
- se oxidan los minerales disueltos, como el hierro y el manganeso,
para que formen precipitados, que se pueden retirar por decantación
y filtración.
El estrecho contacto que se requiere entre el agua y el aire para la aireación
se puede lograr de varias formas. A nivel casero, agite rápidamente
el recipiente parcialmente lleno de agua por 5 minutos, más o menos,
y, luego, deje reposar el agua por otros 30 minutos para que las partículas
suspendidas se decanten en el fondo del recipiente.
A mayor escala, la aireación se puede lograr dejando que el agua
escurra a través de una o más bandejas perforadas y bien
ventiladas que contienen pequeñas piedras, como se muestra en la
figura 2. Nuevamente, se debe recoger el agua en un recipiente y dejarla
que repose por 30 minutos, más o menos, para que las partículas
suspendidas queden en el fondo.
Almacenamiento y decantación
Cuando se almacena el agua por un día en condiciones seguras,
más del 50% de la mayoría de las bacterias muere. Es más,
durante el almacenamiento los sólidos en suspensión y algunos
de los agentes patógenos se asientan en el fondo del recipiente.
El recipiente utilizado para el almacenamiento y la decantación
debe contar con una tapa para evitar una nueva contaminación, y
debe tener un cuello lo suficientemente amplio para facilitar la limpieza
periódica; por ejemplo, para este propósito, se puede usar
un balde con tapa.
El agua se debe sacar de la parte superior del recipiente, donde se encuentra
más limpia y con menos patógenos. Con el almacenamiento
y la decantación por un tiempo mínimo de 48 horas, también
se eliminan los organismos llamados cercarias, que actúan como
huéspedes intermediarios en el ciclo de vida de los parásitos
que producen la esquistosomiasis (bilharziasis o fiebre por caracoles),
una enfermedad transmitida por el agua, prevalente en algunos países.
Los periodos de decantación más prolongados producen una
mejor calidad de agua.
En los hogares se puede maximizar el beneficio del almacenamiento y la
decantación mediante el uso del sistema de tres vasijas que se
ilustra en la figura 3.
Filtración
La filtración es el paso de agua contaminada a través de
un medio poroso (como la arena). El proceso usa el principio de limpieza
natural del suelo.
Filtro simple de arena de flujo ascendente
Los filtros caseros simples se pueden construir dentro de recipientes
de arcilla, metal o plástico. Las vasijas se llenan con capas de
arena y gravilla, y la tubería se dispone de tal manera que fuerce
al agua a que fluya, ya sea hacia arriba o hacia abajo, a través
del filtro. En la figura 4 se muestra un filtro simple modificado de flujo
ascendente rápido.
Un filtro como éste se puede construir a partir de un recipiente
cilíndrico de 200 litros. Tiene una cama de filtro hecha de arena
gruesa (de, más o menos, 0,3 m de profundidad) con granos entre
3 y 4 mm de diámetro, apoyada en gravilla cubierta por una bandeja
de metal perforada. La tasa de filtración efectiva para este tipo
de filtro puede ser hasta de 230 litros por hora.
Estos filtros se deben desmantelar frecuentemente para limpiar la arena
y la gravilla y remover el limo asentado. La frecuencia de la limpieza
depende de la turbiedad del agua sin tratar. Además, estos filtros
no son efectivos para la remoción de agentes patógenos.
Por lo tanto, el agua se debe desinfectar o almacenar por 48 horas para
volverla segura para el consumo.
Filtros de carbón
El carbón puede ser bastante efectivo para la remoción
de algunos sabores, olores y colores. Se puede usar el carbón común
disponible localmente, aunque el carbón activado es más
efectivo pero más costoso. Un ejemplo de este tipo de filtro es
el filtro de arena de flujo ascendente de la UNICEF, que se ilustra en
la figura 5. Sin embargo, si el carbón no se cambia con frecuencia
o si se deja de usar el filtro por un tiempo, se ha visto que se puede
volver un criadero de bacterias nocivas.
Filtros de cerámica
Se puede purificar el agua haciéndola pasar a través de
un elemento de filtración de cerámica. A veces se les denomina
“velas”. En este proceso, las partículas suspendidas
se filtran mecánicamente del agua. El agua filtrada se debe hervir
o desinfectar de alguna forma. Algunos filtros están impregnados
con plata, que sirve como desinfectante y bactericida, lo que evita la
necesidad de hervir el agua después del filtrado. Los filtros de
cerámica se pueden manufacturar localmente y, también, se
pueden producir en masa. Pueden ser costosos, pero tienen una larga vida
de almacenamiento, es decir, se pueden comprar y guardar como preparación
para emergencias futuras. Las impurezas retenidas por la superficie de
la “vela” deben quitarse con un cepillo bajo una corriente
de agua a intervalos regulares. Para reducir los atascamientos frecuentes,
el agua que entra debe tener una turbiedad baja. En la figura 6 se muestra
una variedad de “velas” de cerámica.
Desinfección
Es esencial que el agua de consumo esté libre de organismos nocivos.
El almacenamiento, la decantación y la filtración del agua
reducen el contenido de bacterias nocivas, aunque ninguno de ellos puede
garantizar la completa remoción de los gérmenes. La desinfección
es un proceso de tratamiento que garantiza que el agua potable quede libre
de organismos o patógenos perjudiciales. Se recomienda que ésta
sea la etapa final del tratamiento, pues muchos de los procesos de desinfección
se dificultan por las partículas sólidas y el material orgánico
suspendidos en el agua. Existen varios métodos para lograr la desinfección
en los hogares:
Desinfección por ebullición
La ebullición es un método muy efectivo para eliminar diversos
patógenos, como virus, esporas, quistes y huevos de gusano, aunque
con alto consumo de energía. El agua se debe llevar a ebullición
por un mínimo de 5 minutos y, preferiblemente, por un periodo de
20 minutos. Además de los altos costos de la energía para
la ebullición, la otra desventaja es el cambio en el sabor del
agua causado por la salida del aire del agua. Se puede mejorar el sabor
revolviendo con fuerza el agua o agitándola en un recipiente cerrado
luego de que esté fría. Se puede obtener una mejor calidad
al guardar el agua hervida como se explicó anteriormente.
Desinfección con cloro
El cloro es el químico que más se usa para la desinfección
del agua de consumo por su facilidad de uso, porque su efectividad se
puede medir, por su disponibilidad y por su costo relativamente bajo.
Cuando se usa correctamente, el cloro destruye todos los virus y bacterias,
pero algunas especies de protozoarios y de helmintos son resistentes a
él. Existen varias fuentes de cloro para el uso en el hogar, en
forma de líquido, polvo y tabletas. Es común que el cloro
esté disponible en las casas como blanqueador líquido (hipoclorito
de sodio), usualmente con una concentración de cloro de 1%. El
blanqueador líquido se consigue en botellas o en sobres disponibles
comercialmente.
El cloro se debe añadir en cantidades suficientes para destruir
todos los gérmenes, pero no tanto como para que dañe el
sabor del agua. Los productos químicos también deben tener
suficiente tiempo de contacto con los patógenos (al menos, 30 minutos
para el cloro). Puede ser difícil decidir cuál es la cantidad
correcta, pues las sustancias en el agua reaccionan con el desinfectante
a diferentes velocidades. Además, la potencia del desinfectante
puede disminuir con el tiempo, según la forma como se almacene.
Por lo tanto, se recomienda que en las situaciones de emergencia, sea
personal calificado
el encargado de la distribución central de las soluciones de cloro.
Las personas desplazadas deben recibir recipientes estándar para
recoger y almacenar el agua, así como goteros simples o jeringas.
El personal técnico debe facilitar, en el punto de distribución,
las instrucciones para mezclar la solución de cloro. Véase
la nota 1 Limpieza y desinfección de pozos, para obtener detalles
sobre la preparación de las soluciones de cloro.
Desinfección solar
Los rayos ultravioleta del sol se usan para inactivar y destruir los
agentes patógenos presentes en el agua. Se llenan con agua recipientes
transparentes y se exponen a plena luz solar por 5 horas, más o
menos (o dos días consecutivos bajo un cielo completamente nublado).
La desinfección ocurre por una combinación de radiación
y tratamiento térmico. Si el agua alcanza una temperatura de, al
menos, de 50oC, un periodo de exposición de una hora es suficiente.
Para que la desinfección solar sea efectiva, se requiere de agua
limpia.
Un ejemplo mejorado es el sistema SODIS, mediante el cual se usan botellas
pintadas de negro en una mitad para incrementar la temperatura, y el lado
claro de la botella se coloca hacia el sol.
Otros tratamientos químicos del agua
Se han desarrollado varios productos químicos comerciales para
tratar el agua en el hogar, de manera íntegra, en situaciones de
emergencia. Los estudios han demostrado que algunos de estos polvos eliminan
del agua bacterias, virus y parásitos patógenos, en forma
significativa. También permiten que las bacterias floculen y puedan
asentarse en la parte inferior del contenedor. Usualmente, con los sobres
disponibles comercialmente se tratan 10 litros de agua. El agua se debe
dejar reposar, por lo menos, 5 minutos antes de filtrarla y, 30 minutos
más, antes de usarla para consumo humano.
Mayor información
Shaw, Rod (ed.) (1999) Running Water: More technical briefs on health,
water and sanitation, ITDG, UK.
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